domingo, 1 de julio de 2018

El yo poético de “Poesía Proletaria”: la identidad de género en construcción o sin definir



Por Analía Hernández

El siguiente trabajo tiene la finalidad de dilucidar cómo se define la identidad de género del yo poético en el poema “Poesía Proletaria”, de Patricia Laguna.
¿Es esta una identidad de género que viene dada a partir de preceptos culturales ya fijados previamente? ¿O es más bien una identidad que, al estar en permanente construcción, desarticula la estructura heterosexual hegemónica? ¿Es el género entonces una noción suficiente para definir la identidad?
En el caso que nos toca analizar, en primer término, la identidad es resultado de una serie de acciones que se repiten y se van acomodando y desacomodando  en una pared bastante endeble: el género no está dado de antemano  sino que se va construyendo y deconstruyendo en una práctica que incluye, precisamente,  la presencia de los otros.

DESARROLLO
·         Hacia la construcción de una identidad performativa

En la clase N° 4 Identidad y género sexual,  vimos que la identidad se construye a partir de “un acto, una práctica, una performance, es decir, una actuación o una representación que las personas aprendemos y ejecutamos de manera repetitiva desde nuestra infancia”.
Así, por ejemplo, en nuestra niñez, a una niña se le enseñaban ciertas acciones esperables para construir una identidad femenina (vestirse de rosa, jugar a las muñecas, etc.) y a un varón, acciones identificadas con una identidad masculina (vestirse de celeste, jugar a la pelota, hacer tareas que impliquen más rudeza).
De esta manera, en la representación impuesta por el modelo patriarcal universal, las mujeres se asociaban al cuidado del hogar y de los hijos y los hombres, al trabajo más pesado, fuera de la casa que garantizara el sustento.
Sin embargo,  “los estudios de género dirán también que no existe un modelo patriarcal universal dentro del cual la mujer, como concepto abstracto, funcione. De modo que la categoría “mujeres”, como la de “hombres”, es demasiado abstracta y universal, y resulta políticamente funcional a la hegemonía cultural heterosexual que la crítica de género procura desarticular(Clase n° 4)
Lo que veremos entonces en el poema que nos toca analizar, es precisamente cómo la identidad del yo poético aparece construyéndose y rompiendo ese anquilosado modelo de la cultura heterosexual: oscila entre lo femenino y masculino, integrándolos.
Desde el título, la palabra “proletaria” proviene  del prefijo “pro” que significa “ir hacia adelante” y de “alere” nutrir, alimentar, criar. Además, la palabra “proletaria” estaría haciendo alusión a una determinada clase social trabajadora.
Así, el yo poético será quien, desde los primeros versos, se provea de su sustento: ”Hoy he trabajado/ desde las 9 a las 16: 15 hs” y los sucesivos versos encadenan precisamente verbos de acción: llegué, levanté, hice, algo que lo liga a lo masculino. Además conduce una moto y distribuye distintos elementos de pintura a domicilio (acrílicos, pinceles, etc.). En este caso, también, el hecho de que los otros entren en escena, posibilita, paradójicamente, que la construcción de la identidad del yo poético entre en crisis.

·           Inclusión de “los otros” en la construcción de la identidad de género
Veremos en todo caso que en el poema,  el entorno (los otros) del sujeto (el yo poético)  es el que va delineando y reproduciendo esas representaciones patriarcales que la historia de la cultura ha fijado y que la crítica pretende desarticular.
De esta manera, entonces, hablaremos de dos fuerzas. Por un lado, el ya mencionado entorno y por el otro, un yo poético que es esquivo a un encasillamiento y asume, implícitamente de alguna manera, la tarea de la crítica cultural: someter a cuestionamiento tales principios ya enquistados.
Precisamente, podemos ver que el yo poético no tiene un nombre que imponga de antemano su género. Por el contrario, sí los tienen las mujeres a quienes lleva sus productos: Rosita, Susana, Marta, Silvia, Ana, etc. Esto ya marca de antemano la diferenciación del yo frente a los otros.
Por otro lado, este yo poético, del que únicamente sabemos por el comentario de su interlocutora que “es muy guapa”, no responde –para los otros- a las acciones esperables para su femeneidad: su compradora Ana le pregunta por qué andaba en moto, que su marido e hijos andaban los fines de semana(son justamente los hombres aquí los que conducen).
Pareciera que “los otros” no se representan mentalmente la idea de que la mujer conduzca una moto: el yo poético señala además  “un taxista/ ahí/ me gritó/ forro boludo “. (semánticamente se coloca la marca masculina al conductor de la moto).
 Luego observamos que el yo poético señala: “en lo de Rosita vendí”, y es en la sintaxis de este verso donde vemos que se pone en último lugar (vendí), siendo la venta lo que se coloca por encima del sujeto: se es en tanto se venda (y con esto se provea sustento). Otro rasgo de masculinidad.
Todo esto demuestra que compartir el mismo sexo no garantiza una determinada identidad de género.
Si bien el yo está en contacto con mujeres,  tampoco siente que pertenece al mundo de “las otras” ya que cuando parece que es integrada, se rehúsa a quedarse: “charlamos un ratito”/ me ofrecieron un café/ que dije que no”.
En otro caso, por ejemplo, es la pertenencia a una determinada clase social, la que hace la diferencia. Cuando va a lo de Ana, esta despliega todos los rasgos esperables de femeneidad: “preciosa/ con un vestido azul con flores/y ojos celestes” pero pertenece a clase social medio-alta (vive en Palermo chico y tiene empleada).
A su vez, otro aspecto que puede influir en la configuración de una identidad es la edad. Por ejemplo, la clienta de 68 años, rubia y  fina, también pertenece a otra esfera: la separa de ella una cuestión generacional.
¿Es entonces, sin embargo, que el yo poético, siendo mujer, se asocia con una identidad de género masculina?
Si bien los conductores de motos parecen ser siempre hombres: “veo a los chicos/ arrancar en el semáforo/ de Santa Fe” y “cuando llego a Córdoba/ los veo pasar/ en la cresta de la onda verde”, el yo poético funciona como espectador distanciado. Y aunque conduce una moto también y es eso objeto de su alegría (“me mantiene feliz”, dice),  reconoce que “lo único que me cuesta es el peso”. Lo cual tampoco podría ser asociado otra vez con una identidad masculina.
Desde el poema, queda en claro que ciertos rasgos y acciones que culturalmente se han asociado con un determinado género, son insuficientes para definir una identidad de una vez y para siempre: la mujer puede asumir una identidad masculina para sobrevivir o para tener más poder: “volví derecho/por Agüero/ y me crucé/con un chico/ que repartía pizza/ en ciclomotor./Nos miramos/ y yo aceleré bien rápido/ para que vea/que mi moto tira/ más que la suya/ y así cargada como iba.”

CONCLUSIÓN
Como pudimos observar, la noción de género (aunque no es la única) constituye  una importante premisa para  analizar cómo se forma la identidad de un sujeto, pero no es suficiente.
Quisimos analizar en el poema cómo subyace una hegemonía heterosexual dominante en el ámbito de “los otros” y cómo el yo poético se ubica en un espacio en el cual somete esa hegemonía a crítica cuando esquiva todo encorsetamiento a lo femenino o a lo masculino.
Es posible, gracias a esta no identificación con ningún elemento de esta polaridad, que el yo poético quede en construcción o construyéndose  para mostrar que “ninguna identidad puede asumirse como dada sin someterla a una lectura crítica” (clase N°4)

PALABRAS CLAVE: GÉNERO- IDENTIDAD- CRÍTICA CULTURAL

Bibliografía
Fernanda Laguna “Poesía proletaria” en Violeta Kesselman et al, comps. La tendencia materialista: antología crítica de la poesía de los 90. Buenos Aires: Paradiso, 2012.
-Equipo Especialización (2016). Modulo Teoría y Crítica cultural.. Clase 4. Identidad y género sexual” Especialización en Enseñanza de Escritura y Literatura para la escuela secundaria. Ministerio de Educación y Deportes de la Nación.

lunes, 26 de marzo de 2018


24 de MARZO 
DÍA DE LA MEMORIA POR LA VERDAD Y LA JUSTICIA

Muy buen trabajo de alumnos y docentes para conmemorar los 42 años del  Golpe de estado en Argentina







martes, 19 de septiembre de 2017

Representación de la otredad: imagen del docente y del alumno


 

Después de leer las anotaciones de la docente Eladia vino a mi mente una lectura del libro de Rafael Echeverría  “La ontología del lenguaje” (2011) porque allí habla justamente de los juicios. No quería dejar de citar este apartado que me parece pertinente para abrir el análisis sobre los juicios de valor:

“Con ellos (los juicios) creamos una realidad nueva, una realidad que solo existe en el lenguaje. Si no tuviéramos lenguaje, la realidad creada por los juicios no existiría (…) No describen algo que existiera antes de ser formulados. No apuntan hacia cualidades, propiedades, atributos, etc. de algún sujeto u objeto determinado. La realidad que generan reside totalmente en la interpretación que proveen. Ellos son enteramente lingüísticos.”(pág.110)

Y me quedo con estas dos frases: si no tuviéramos lenguaje, la realidad creada por los juicios no existiría” y La realidad que generan reside totalmente en la interpretación que proveen” para ilustrar los ejemplos.

Que un boliviano sea descripto como “trabajador pero sucio” o que el paraguayo “molesta” parten de un juicio de alguien que, al proferir dicho juicio, está creando una realidad y con esto, le da un estatus de verdadero. Sin embargo, siendo un juicio (y por lo tanto una interpretación) su realidad es insustancial: sabemos que cambiándolo, cambia la realidad y nuestra única certeza es que nada es verdadero.

No es mi intención entrar en un terreno filosófico, pero estimo que esa estigmatización que hace, en este caso, el docente del otro no tiene razón de ser (como tampoco la que pudiera hacer el alumno para con el docente), porque estaría partiendo de una interpretación de la realidad y no de la realidad misma. Como diría Nietzsche, “la existencia humana representa un desafío por definir aquello a lo que se confiere valor”. Y es cierto, somos seres que estamos permanentemente evaluando.

En consecuencia, llevado al plano escolar, es imposible que esto no suceda. El docente lleva adelante sus prácticas inmerso en un mar de preconceptos, prejuicios y representaciones como muy bien lo ilustra Carina Kaplan en su artículo “Buenos y malos alumnos”, citando a Tenti:

“El docente construye representaciones acerca de sus alumnos a partir de las propiedades que “objetivamente” los caracterizan, pero estas representaciones simbólicas no son una simple constatación de las mismas ya que en la construcción de representaciones interviene la subjetividad del maestro, o sea, su propio sistema de predisposiciones y esquemas de percepción y valoración que son el resultado de toda su experiencia vital previa” .

El docente, entonces, empieza por “etiquetar” a sus alumnos a partir de ciertas estructuras mentales propias que Bordieu llamaría “habitus”(1).

De las citas seleccionadas deseo sacar en limpio dos cuestiones (aunque hay muchas más). Por un lado,  la dicotomía entre lo correcto e incorrecto medido por el nivel social del otro y en segundo lugar, (y vinculado con lo anterior) las relaciones de poder entre docente y alumno,  como diría Bixio, de “dominación simbólica” (2).

En tanto, en los ejemplos vistos, hay una clara distinción entre lo normativo y lo incorrecto, lo que pertenece a la escuela y lo que no, respectivamente. Y por otro lado, encontramos al alumno “etiquetado” por su lugar de origen, etiquetamiento  que observa Carina Kaplan en su artículo:

“Para alguno de estos (los maestros) las dificultades que presenta el alumno en su aprendizaje pueden atribuirse, en parte, a su pertenencia de clase”.

A partir de allí, el docente tiende a evaluar desde el lugar de poder que le otorga su práctica y como señala Bixio en su artículo: “los agentes educativos, aun sin desearlo, e incluso sin saberlo, se erigen en delegados autorizados de un determinado grupo social cuya semiótica privilegiada y privilegiante impone”.

Estas cuestiones se sintetizan muy bien en el siguiente registro de Eladia que hace  un docente: el alumno se identifica con la cumbia villera y la escuela debe estar aparte de eso, a mi hijo en un tiempo se le había dado por escucharla y se lo tuve que prohibir terminantemente.” .

Aquí tenemos  un adulto que ejerce su poder prohibiendo un producto lingüístico que considera de una clase social que no es a la que él pertenece (la de la cumbia villera), pero a su vez porque no está legitimada por la escuela y como tal es incorrecta.

Por otro lado, la siguiente cita: “El lenguaje que utilizan es un código de la calle, no el correcto, parece que hablamos idiomas distintos”,  entraña una vieja dicotomía entre la oralidad y la escritura, en la cual esta última estaría –en la representación del docente- ligada a lo correcto.

Boudieu diría al respecto: “es muy posible introducir en la oposición entre lo escrito y lo oral una oposición que es clásica entre lo distinguido y lo vulgar, lo sabio y lo popular, de manera que resulta muy probable que lo oral lleve aparejada toda una atmósfera populista” (pag. 121)

Lo que dejan traslucir estas citas es un divorcio cada vez mayor entre el docente y el alumno, tal vez motivado por una crisis lingüística que, como dice Boudieu, no puede separarse la crisis escolar. No estamos hablando de una ingenua relación de comunicación sino, como diría el autor mencionado, “la relación de comunicación no es una simple relación de comunicación, sino también una relación económica en la cual está en juego el valor del que habla”.

En tanto, el docente como autoridad legítima dentro del marco escolar asume su papel de portador de un capital lingüístico (3) que circulará en las situaciones de dominación lingüística como, según Bourdeu, son las situaciones oficiales (4), conformes a las leyes del mercado que provocan muchas veces, según el autor, censuras o silencios (5)

En esta circunstancia, la relación de dominación no puede estar exenta de tensiones. Como señala Bixio:      toda dominación implica resistencia, la comunicación no puede ser sino considerada como un espacio de tensiones”. En esa interacción no sólo se pone en juego la palabra sino también  “el valor del que habla”. Y dentro del marco escolar es el docente el que legitima un discurso y lo impone. A tal punto que puede incluso decidir qué es bueno o malo para el otro, como se ve en esta cita de Eladia:

Sí, lamentablemente tienen ídolos negativos, yo luché para que sacaran una lámina gigante que habían realizado los chicos utilizando imágenes de Los pibes chorros, era hermosa, pero perniciosa para ellos.”

Creo, desde mi humilde parecer, ateniéndonos a la situación escolar, estas tensiones entre docente-alumno donde se pone de relieve el lenguaje siempre existieron. Fue siempre la escuela la que se ha erigido como el agente que impone el lenguaje estándar, el oficial, el de las instituciones. Es posible que este lenguaje “choque” con el de la cumbia villera, por ejemplo, que trae el alumno. Pero es la función de la escuela transmitirle  a este, quizás desde otro lugar, que esa lengua que parece imponérsele es la lengua que lo integrará y no la que lo excluye. Pero también el docente tiene que generar un cambio en sus preconceptos.

Por otra parte, hay que señalar que en otros tiempos, aquel que ingresaba a la escuela deseaba apropiarse de esa lengua legitimada por la institución escolar porque sabía que esa era la oficial y que tener competencia en esa lengua lo integraba socialmente. Hoy es distinto. El docente no es para el alumno ni para los padres ni para casi nadie una “autoridad -creencia”. Convengamos que la escuela cumple otros roles sociales. Y creo que acá reside el tema. Diría Bourdeu:

“para que funcione el discurso profesoral común, que se enuncia y recibe como algo natural, se requiere una relación de autoridad –creencia, una relación entre el emisor autorizado y un receptor dispuesto a recibir lo que aquel dice, a creer que merece la pena decirse.”

Aunque resulte  escéptica mi visión, no creo que esto sea factible en la escuela de hoy.  El receptor (en este caso el alumno, como el que recibe el discurso legitimado de la escuela) por distintas cuestiones que son complejas y polémicas, en realidad, muchas veces no está dispuesto a recibir. Se resiste y no creo que sea sólo por pertenencia a su determinada lengua y/o cultura. Hay cuestiones de política de Estado también, que abrirían otro debate.

 

.

 

1)       “Estructuras mentales a través de las cuales aprehenden el mundo social, hacen que los sujetos –los maestros- perciban el mundo –de los alumnos- con ciertos esquemas que les sirven para organizar sus prácticas”

 

2)       “determinadas emisiones que consensan construcciones prestigiosas y que se enuncian en variedad de lengua prestigiosa, invisten al agente de prestigio, mientras que otros lo devalúan

 

 

3)       El capital lingüístico es el poder sobre los mecanismos de formación de los precios ling¨´isticos, el poder para hacer que funcionen en su propio provecho las leyes de formación de los precios y así recoger la plusvalía específica”

 

4)       Las situaciones en las que se ejercen las relaciones de dominación ling¨´istica, es decir, las situaciones oficiales, son situaciones en las cuales las relaciones que se establecen realmente, las interacciones, son conformes a las leyes objetivas del mercado.

 

 

5)       Las leyes del mercado ejercen un efecto muy importante de censura en aquellos que sólo pueden hablar en situación de lenguaje espontáneo (es decir, indicando que hay que abdicar por un momento de las exigencias ordinarias) y que están condenados al silencio en las situaciones oficiales, donde están en juego elementos políticos, sociales o culturales”

domingo, 23 de abril de 2017






"No hay mejor fragata que un libro para llevarnos a tierras lejanas", decía la poetisa estadounidense Emily Dickinson.






¿Por qué se conmemora hoy el Día del Libro? Existe una historia detrás:  el 23 de abril de 1616 fallecieron grandes referentes de la literatura como Cervantes, Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega.
 
Por eso nada mejor que celebrarlo leyendo. La lectura abre el camino de nuestra imaginación y nos hace libres.
 
 
Además hay muchos sitios que cuentan con libros digitales para descargar y blogs donde sugieren lecturas para tu edad que te pueden interesar.
 
 
 
 
 
 


domingo, 9 de abril de 2017

COMPRENSIÓN LECTORA



es la capacidad de entender lo que se lee, tanto en referencia al significado de las palabras que forman un texto como con respecto a la comprensión global en un escrito.




Empiezan las clases y con ellas, la lectura de distintos tipos de textos.

Te aconsejo que comiences con estos ejercicios y avanzarás muchísimo.